Buscar este blog

domingo, 7 de septiembre de 2014

El rastro de tu recuerdo

Vistiendo un tono Iracheta

Epifanía
No superada.

A sofi, 20 meses.

Incomparable señora mía, Dulcinea, que su cautivo caballero murió para acometer cosas que le hicieren digno de poder llamarse suyo. -Cervantes

La noche se desvanece a mis pies, los sueños alumbran la esfera de lo que nunca quise ser. Un día habitual, un sábado más. El olor a cigarro que deleita  mi garganta cancerígena y el café en el buro se enfría junto a los planes de mi siguiente domingo.
Te veo entre destellos epilépticos, me acerco a ti y postro lo absurdo de mi ser ante la belleza de tus ojos. Afrodita, quien me ha odiado desde que nací, hoy me sonrió; el corazón danzante grita por un encuentro más de estos, no entiendo. "¿Pero cómo es posible si...?" tu dedo deslizante sobre mis labios acalla la penumbra en dudas, mi habitación fue testigo del enlace histriónico de tu recuerdo.

Tus ojos grisaseos como la fortuna y tu tez de caramelo que deseé probar toda mi existencia, te veo por fin ante mí rendida, y el nudo en la garganta despliega poemas de súbita pasión. Me acerco bamboleante cruzando el ventarrón que atormenta mi alma, ha de ser el Espíritu Santo enamorado de tu silueta. El cabello rubio besa tus senos, la sonrisa pictográfica une tus bellas mejillas y recuento todos los ayeres por los cuales aún te amo.
Suspiro, la tumba no venció nuestros labios, hoy percibo el susurro de tus uñas sobre mi espalda, eres diosa de luna, que calló al sol en este eclipse, Musa mía, no te preocupes que hoy desde los arcos hasta la Torre Eiffel nos la pelan,

Vivo un sueño, me has de arrastrar a la maldición de la desdicha, sudan las paredes y tus pies alumbran mi camino, es eterna la distancia: creí no volverte a respirar. Son que remueve las lágrimas, mis pasos sobre cristal ensangrentado me acercarán a mi amada, no sé si fue el suicidio o la hipertensión se me declaró; podré gritar un hasta nunca para perderme siempre en tus ojos. Porque siempre veces dura una eternidad y a veces, es tan solo un instante más.

Entrelazar nuestros dedos es tan bello como que tu aliento acalide mi garganta, íntima soledad que se pierde en tus caderas, la psicofonía de tu ritmo cardiaco apacienta mis demonios, nos reencontramos. Mástil gallardo, viento en popa y a toda vela, se levanta la ola de idealización para hundir mi nave, té de marihuana, profano el nombre de tu muerte que has resucitado, sirena bendita que se pierde en el humo de mi tabaco, llévame.

Lloro al roce suave de tu soplo con mis labios, un giro tenue del cuello direcciona nuestra vidas a entrelazarse, olvidamos por un instante que el mundo era redondo, habría de pasar. Tus labios tentación divina sobre el Valle de México, los dientes son puentes astrales entre nuestros deseos. Venus te ha nombrado, transpiras la fuerza del norte que atrae mi pecho. Xochiquetzal alumbra una vez más la entrada triunfante, ninfa, vida, sol y mar. Me ahogo al encuentro de nuestro último beso.

..."¡Recarguen!", suspiro, oigo en la sala luminosa decir al enmascarado con bata "Bienvenido de nuevo Omar".