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domingo, 12 de octubre de 2014

Danzón Amarillo

El flash borra la sonrisa, “No hay pedo”, toma el brazo y ponlo tras las nalgas, que la sangre brille más. Coca Cola fría tras el conmutador y hedor añejo de las sillas de plástico. –Eres inhumano--, sonríe al escuchar las palabras tenues de la señora y continúa tecleando. Lágrimas que besan la suela de sus botas viejas, suplica y él, solamente azota las letras contra la nota; no hay qué temer, un actor más del circo de esta ciudad, “aclama la ira y gánate el pan”: Un bolillo con atún y un whisky por la noche: que el humo de tu cigarrillo dance con las nubes de la ciudad al estilo contemporáneo.
Hay más balaceras en su dicción que una ida a Matamoros. “Se hace lo que se puede”, fue el pretexto con el que se quedó viendo las cajas blancas infantiles escoltando al obscuro trasbordador de vidas; nadie asistió ese día, los lamentos la envolvían en la prórroga de sus recuerdos.
Redacta al ritmo del valemadrismo, un oficinista fumando que sin preguntar, duerme en el sillón y espera la llamada para salir corriendo a beber desgracia. No tenía dinero, “los del SEDESOL no cuentan pa flores, seño”, habrían de despedirse los niños sin si quiera, un rosario, camina por la 37 esperando que San Juditas respondiera. Publican la nota y ella llora “Padre asesina a sus hijos y se suicida”, habría de terminar la plana como tapete de lava-autos, era tan intranscendente que el banco les arrebató la cueva del INFONAVIT, allá por Sendero.
Ya se veía en los terrenos de Neza, la fosa común eran muy fina para ellos, bajo la fábrica decaen las cajas lentamente mientras en ella, desfallece el rostro. Instantes eléctricos se cruzaban en su recuerdo “¡No los mató, fue un accidente!”, los baños Alameda había sufragado la inocencia de sus hijos.
“Si hubiera un dios  más, habría de llevárselo a él y no a quien amo”, la lucha de encuentro llevaba al espíritu a su suicidio, por primera vez la realidad acarició las lágrimas de una dama, el mirador observaba la pena ensangrentada de un error en la carga de ese Jacuzzi, no había más que ese ramo de rosas que no pudo darle a su familia.

Suena el pitazo, camina fumando un farol para cubrir la nota, ve su rostro, sonríe al reconocerla  y se aleja para seguir reportando al ritmo del  danzón amarillo.

Coronita de Flores

Se escurre lentamente, la mano desfallecida y la garganta vencida por aquel semental. Se sienta allí,la falda no cubre su alma y la vergüenza se marchó junto con el don que le insartó una sor juana y tostón al oido. Cruza la pierna y las cicatrices le lloran, las manos ásperas pintan un amarillo de atardecer, ella sonríe y traga junto con su lágrima, un nudo en la garganta, el estómago con más langostas que mariposas, le avisa que es hora de iniciar, fija la mirada en la puerta, cierra poco a poco su brazos, de nuevo hace tronar su cuello contra la cama y deja que sus pies sean sobados, la corbata le sacude el cabello y la peste a cigarro la envicia, se levanta y arrebata su viejo sostén masticado para servirse un vaso más de Tonayan, se acuesta y se lamenta mientras siente cómo corren las leyes dentro de ella observa de nuevo una espalda ante su rostro, se leja el hombre y le avienta un fajo de mugre y sudor: eran 20 de a Juárez, ella los cuenta mientras se acomoda su coronita de flores, aquella que así más alegre su rostro y como un Cristo con espinas, en burla la coronaba como ramera. Sólo le quedaba esperar  un político más

domingo, 7 de septiembre de 2014

El rastro de tu recuerdo

Vistiendo un tono Iracheta

Epifanía
No superada.

A sofi, 20 meses.

Incomparable señora mía, Dulcinea, que su cautivo caballero murió para acometer cosas que le hicieren digno de poder llamarse suyo. -Cervantes

La noche se desvanece a mis pies, los sueños alumbran la esfera de lo que nunca quise ser. Un día habitual, un sábado más. El olor a cigarro que deleita  mi garganta cancerígena y el café en el buro se enfría junto a los planes de mi siguiente domingo.
Te veo entre destellos epilépticos, me acerco a ti y postro lo absurdo de mi ser ante la belleza de tus ojos. Afrodita, quien me ha odiado desde que nací, hoy me sonrió; el corazón danzante grita por un encuentro más de estos, no entiendo. "¿Pero cómo es posible si...?" tu dedo deslizante sobre mis labios acalla la penumbra en dudas, mi habitación fue testigo del enlace histriónico de tu recuerdo.

Tus ojos grisaseos como la fortuna y tu tez de caramelo que deseé probar toda mi existencia, te veo por fin ante mí rendida, y el nudo en la garganta despliega poemas de súbita pasión. Me acerco bamboleante cruzando el ventarrón que atormenta mi alma, ha de ser el Espíritu Santo enamorado de tu silueta. El cabello rubio besa tus senos, la sonrisa pictográfica une tus bellas mejillas y recuento todos los ayeres por los cuales aún te amo.
Suspiro, la tumba no venció nuestros labios, hoy percibo el susurro de tus uñas sobre mi espalda, eres diosa de luna, que calló al sol en este eclipse, Musa mía, no te preocupes que hoy desde los arcos hasta la Torre Eiffel nos la pelan,

Vivo un sueño, me has de arrastrar a la maldición de la desdicha, sudan las paredes y tus pies alumbran mi camino, es eterna la distancia: creí no volverte a respirar. Son que remueve las lágrimas, mis pasos sobre cristal ensangrentado me acercarán a mi amada, no sé si fue el suicidio o la hipertensión se me declaró; podré gritar un hasta nunca para perderme siempre en tus ojos. Porque siempre veces dura una eternidad y a veces, es tan solo un instante más.

Entrelazar nuestros dedos es tan bello como que tu aliento acalide mi garganta, íntima soledad que se pierde en tus caderas, la psicofonía de tu ritmo cardiaco apacienta mis demonios, nos reencontramos. Mástil gallardo, viento en popa y a toda vela, se levanta la ola de idealización para hundir mi nave, té de marihuana, profano el nombre de tu muerte que has resucitado, sirena bendita que se pierde en el humo de mi tabaco, llévame.

Lloro al roce suave de tu soplo con mis labios, un giro tenue del cuello direcciona nuestra vidas a entrelazarse, olvidamos por un instante que el mundo era redondo, habría de pasar. Tus labios tentación divina sobre el Valle de México, los dientes son puentes astrales entre nuestros deseos. Venus te ha nombrado, transpiras la fuerza del norte que atrae mi pecho. Xochiquetzal alumbra una vez más la entrada triunfante, ninfa, vida, sol y mar. Me ahogo al encuentro de nuestro último beso.

..."¡Recarguen!", suspiro, oigo en la sala luminosa decir al enmascarado con bata "Bienvenido de nuevo Omar".

sábado, 21 de junio de 2014

Lluvia de Verano

Viviendo, pagando la condena del querer ser artista, viviendo la melancolía y el cielo que me ayuda para ahogarme en la depresión alterna y vana de una lluvia de verano.
Mis ánimos y desánimos, mis letras que han sido varias este día y los recuerdos... ¡malditos! que me ahorcan entre el fallecimiento de mi amada, encuentros despiadados y las desdichas de otras putas que han pasado por mi cama no me ayudan, pues vago en lo infinito de la inmortalidad del pensamiento, en el ciclo eterno de la desgracia, que veo el cielo defallecer como los ojos decaidos de aquella noche en la que me amabas, ojos que reposaban de ternura en mi almohada mientras lagrimeantes te oían gritar ¡No te vayas!

lunes, 24 de marzo de 2014

Mermelada

Las blancas habitaciones diáfanas resguardan mi historia, estoy encerrada aquí más que por mi locura, por mi pecado. Aún las recuerdo ¡Ay, mermelada! Tan deliciosas todas, de fresa, piña, durazno, zarzamora y hasta de tomate,  todas son  grumosa viscosidad dulce que acaricia mis papilas gustativas y cautiva mi garganta en cada besar de un bebé.
Parecía ayer aquel invierno en el que después de una semana de no moverme del sofá, encontré a mi puerta una canasta con el cuerpo de un niño, conocía bien la ley Chihuahuense y sabía que un cargo por asesinato no me convendría, así que guardé el cadáver en el estante tras el televisor, no puedo negar que me hacía ojos pizpiretos y se veía tan tierno, tan lindo tan… ¡delicioso!
Abrí con un cebollero el cuerpo desde el cuello hasta su ombligo,  lo lavé con desengrasante, fui llenando a cucharadas el cuerpo de mermelada lentamente, hasta llenar cada uno de los dedos, cada pedazo para después hornearlo dos minutos y comerlo de postre con un atole. Fue ese día el primero que me condenó a vivir para robar bebés, robarlos para llenarlos de mermelada y esto para degustarlos después de un puro habano y un café de Colombia.

No tardó mucho para que me atraparan, sólo apenas saboreé doce niños, interraciales claro, no me gusta eso de la discriminación. Tras el juicio, me enviaron a este manicomio que ahoga epifanías y sólo puedo degustar mi pasado con este dedo que le corté al guardia y este sobre de mermelada que robé de KFC.

CONCLUSIÓN

Y al final, después de haberse destrozado el corazón uno a uno lentamente, se dieron cuenta que sí era amor

lunes, 17 de febrero de 2014

Sin aliento

A reproches y regaños, con el pecado de nacer preguntando, una maldición que arrastro en la misma existencia.
No comprendía a mi corta edad, en ese entonces, el mal que causaba yo al hablar, viví con el pecado de nacer, crecí anhelando enorgullecer a mis padres y logré hacer, a mi entendimiento, la máxima muestra de amor en busca de honrarlos.
Era una noche pasada a mi primer cumpleaños de puberto, por cuestiones lógicas me habían regañado como era de costumbre por lo que decía, las palabras de mi padre taladraban mi sentimiento "Esa boca tuya que no sabes controlar", la escena de mi madre llorando y yo con la culpa por haber hablado una vez más.
En la noche desesperado, salí de la casa hacia la covacha de herramienta, era una noche particularmente fría, nunca en plena ciudad había escuchado lobos aullando y a cada paso que daba en lo que atravesaba el patio, me congelaba las entrañas: manos sudorosas, piernas temblando, el cuello adolorido y disfrutando en sobre manera la sal de mis lágrimas que escurrían por mi rostro hasta besar mis labios.
Tomé de un garrafa pintada de negro un sorbo de gasolina y lo mantuve en la boca, mientras me asqueaba, alcancé a leer en un frasco triangular amarillo la palabra "Aditivo" y decidí y introducir el líquido fosforescente en mi boca y luego revolverlo dentro de ella con la gasolina; sabía que no resistiría mucho, si no era un desmayo por el hedor del petroquímico, era daño cerebral, o bien podía vomitar en cualquier instante, tomando el extintor, esparcí un poco sobre mi mano para embarrarlo sobre mis labios. Se aumentaba considerablemente el frío y los ruidos nocturnos, el nudo en la garganta y el dolor de cabeza era atroz y sin pensarlo dos veces, cerré los ojos, abrí la boca, mi garganta débil a punto de escupirlo todo y le di chispa al encendedor acercándolo a mi boca.
De un momento a otro, abrí los ojos y se encendió el sol a media noche, el dolor inmenso no me permitía si quiera gritar y tratando de escupirlo todo, caían gotas de fuego lentamente hacia el suelo. Caí de rodillas rendido hasta el dolor y lleno en lágrimas, lo irónico del caso fue que las lágrimas fueron lo último que saboreé. Los dientes carbonizados, y mi boca se consumía en fuego como zarza a media noche, mi lengua se fue achicharrando y se cocía con la sangre coagulada, me arrastré hasta la llave de agua tratada que estaba a dos metros de mi y la abrí para controlar el incendio interno, fue impresionante que no me supiera a nada, más que a paz.
Sólo recuerdo esa escena de un niño tirado en lo frío del adoquín, alumbrado por la luna y en pleno llanto mudo.
Hoy estoy ante ti, madre, nunca te imaginé tan hermosa recostada sobre tu ataúd, sé perfectamente que no me escuchas y que no sabré más de mi padre por el monstruo en el que me convertí por las quemaduras, sólo espero que en mi alma repose contarte mi historia, decirte que esa sonrisa en forma de cicatriz, aquellos labios negros, y boca eternamente muda fue para, por una vez en mi vida, enorgullercerlos. Fue por ti mami, por seguir los mandatos de tu religión.
Crecí con mi quijada cubierta por vendas, mi mirada se secó y me convertí en un rostro carbonizado, a la larga mi padre se desentendió de mi y tú a diario te lamentabas por mi desgracia, yo bien quería honrarte nada más, no volví a escuchar de ustedes aquellos reproches diarios de "comes compulsivamente" o "todo lo que dices es insolencia y estupidez", ahora sólo escuchaba llantos al verme.
Después de varios años y sin poder hablar, me he dedicado a leer y escribir cuanto en la vida se me presente, sé perfectamente que nunca seré un premio nobel o bien, mínimo uno de poesía en la escuela, me propuse ser un experto de arte, pintar y contagiar a mis semejantes, locos que por amor (en mi caso a ustedes), dieron hasta lo último que pudieron.
Esas ansias de agradarles, esa supuesta maldición mía que fue la boca, la intercambié por el dolor constante al respirar, la pena de verme al espejo y el rechazo por miedo. Hoy, madre mía, sé que por darles un poco de felicidad al no escucharme , perdí la oportunidad de sentir mi primer beso, de gritar en un concierto o de cantar al amanecer, hoy no sabré lo que es disfrutar un helado en verano, un café por la mañana o un caldo de pollo cuando hay frío, sé que he perdido la capacidad de enseñar, que no habrá más palabras en mi, que las dudas las resolveré con misterio y no con preguntar, sé que no habrá sabores, no habrá "te amo's", no creo en tu dios ya, y también  sé que me quede sin aliento.