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domingo, 6 de noviembre de 2011

El Mar

Inmenso y caudaloso, se extiende majestuoso en su azul intenso, pareciendo unirse en el estrecho abrazo con el cielo.
Es fuente de energía, de él viven miles de familias; hombre, jóvenes y viejos que se adentran en busca de alimento, luchando por sustento. Con la esperanza en la mirada, armados con su atarraja se amoldan a sus caprichosos juegos, veces tranquilo y sereno invitando a navegarle, otras aguas furiosas convertidas en inmensas olas y alas que nadie se atreve a desafear.
Quienes le han conocido no lo olvidarán jamás, recordarán su arena de piel moreno besada por sus olas, pringada de blancas conchas, corales y estrellas de mae. Quizá recuerden con temor tanta grandeza, tanto poderío o quizá enamorados de aquella enigmática belleza, siempre piensen regresar.
Es marco ideal para meditar, en él el sol brilla con más intensidad y el cielo se abre pleno; y el pensamiento se eleva confiado cual cándida gavota sin temor a la inmensidad que parce infinita.
Encierra tanto misterio que el hombre nació en su afán de exploración a querido llegar a intimidad, no encontrando más que belleza y con lo que sólo logra admirarlo más.
Hay miles de leyendas acerca de él, se han dicho tantos cuentos que a través de generaciones siempre se han de recordar. Sin embargo, siempre hay algo nuevo que el escritor puede decir, que el maestro pueda enseñar o que el pintor pueda pintar. No hay un solo hombre que habiendo llegado a él no quiquiera regresar o alguien que si nunca no soñó con conocer el mar

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